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Mensaje por Impolite Sáb Abr 03, 2010 10:45 pm

Pues...ceo que como nadie se anima...me va a tocar a mí xD
Fue mi primer Oneshoot y lo terminé en una clase de lengua y bla bla bla...asique si, no está muy currado. Quería que fuera algo gore, pero salió esto xD


La Feria 2hfjihk

Protagonistas

Tomhas
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Tom Welling

Summer
La Feria 22ntqe
Amber Heard

Cheryl
La Feria 2hg7kn8
Olivia Wilde


Tomhas se cambió la camiseta que lleva por tercera o cuarta vez. Era verano en Berverly Hills; verano y noche de sábado con una feria a las afueras de la ciudad.
Se vistió al final con una camiseta negra, una talla más pequeña al ver como se ajustaba la tela a los brazos, pecho y estomago, trabajados en el gimnasio día a día.
Tom, el capitán del equipo de futboll, acababa de cortar con su antigua novia. O mejor dicho ella había roto con él despues de haberse emborrachado (el lado no tan malo) y liarse con tres de las cheerleaders del equipo visitante (el lado malo). Al final Cheryl se había enterado y había roto con Tom.
Por eso aquella noche, con su camiseta de Jumper Hard, sus vaqueros desgarrados y el pelo oscuro despeinado, iba a poder disfrutar aquella noche y no exactamente por las atracciones.

Las luces del juego de "Dispara y Gana" parpadeaban junto al banco donde Tom y su grupo de pasaban latas de cerveza. Ya era la quinta o sexta ronda y comenzaban a acusarselos efectos de las tres estrellas de Dam.
- Dance with you at night, run this town on night...i like big ass- Felton y Polo se rieron, colgandose de los hombros el uno del otro mientras veían pasar a las chicas por las casetas de juegos.
- Hey, tios. Vaís a tener que ir dejando la bebida ya...que no podemos causar problemas por ahora.- Marc era algo así como el más maduro del grupo. El chico que estudiaba, se llevaba bien con todos los padres y se encargaba de que sus compañeros llegaran sanos y salvos por las noches.
- ¡Callate! Si yo controlo, tronco.- y de nuevo unas risas ebrias atravesaron la garganta de los dos muchachos, corandose de repente en una tos ronca acompañada de un aliento agrio y con olor a cerveza.
Fue entonces cuando Tomhas decidió abandonar a sus amigos. Con un buen encaje del alcohol aún le quedaba mucha noche por delante. Ni siquiera se tambaleó al levantarse del banco y arreglarse el pelo.
- Nos encontramos en mi coche a la una.- le explicó a Marc, el único que estaba parcialmente en forma, ni cantando canciones populares o vomitando detrás de los arbustos.- Ten cuidado de que no se rompan nada antes de la liga.
Marc hizo una de sus muecas fastidiadas pero no podia hacer nada: tanto dentro como fuera del campo, él seguia siendo el capitan.

Tomhas caminaba con las manos en los bolsillos. Se había acercado hasta la zona de atracciones donde estaban la mayor parte de la gente, casi todas con algodón de azucar o manzanas de caramelo en la mano.
Decidió probar suerte en las atracciones, cruzando los brazos sobre el pecho al recostarse contra la vaya. Entrecerró los ojos al ver una melena rizada y negra enmarcando unos ojos rasgados y de un color verde profundo.
Cheryl tampoco ocultó su desagrado al ver a su ex novio. No había cambiado para nada. Seguía teniendo ese aire de chuleria, el mismo cuerpo machacado a gimnasio y una sonrisa por la cuál todas las tías se desacían. Pero Cheryl solo lo podía ver como el hipócrita, creído y estupido de siempre.
Pronunció entre dientes un "hola" acercandose a la cajera de la noria. No tenía tiempo para tonterías. Ella había ido a pasarselo bien, y él a por una nueva presa que cayera rendida a sus pies.
Tomhas se rió entre dientes observando como aquella morena fruncía el ceño de mal humor, pidiendo cinco entradas para la atracción.
Aquello le intrigó y ladeó la cabeza mirando al grupo de amigas que acompañaban a Cheryl esa noche. Cuatro de ellas eran del instituto y una última, delgada y rubia, no la conocía. Tom volvió a mirar a Cheryl, aún con una expresión de curiosidad.
- ¿A qué esperas, Tomhas?- preguntó la morena al verla allí quieto mirandola.
- A que caigas en mis brazos.- respondió bromeando, aunque a Cheryl no le encontro la gracia a aquello.- Venga, nena. Es una broma. ¿No me presentas a tu nueva amiga?
- ¿Tú te crees que soy estupida? No voy a presentartela, ¿para qué?¿Para hacerla daño?
- Ey, nena. Yo no te he echo daño. Dime, ¿no te lo has pasado bien conmigo?- su conrisa se ensanchó. Tom podía ser cariñoso, romántico, ingenioso, pero eso no estaba incluido cuando iba borracho con sus amigos o liandose con cualquier mujer dispuesta a abrirse de piernas por él. Y no eran pocas.
Cheryl estubo a punto de golpearle, pero frenó a tiempo, mirando a su antiguo novio como si fuera un perro que le acababa de morder.
- Escuchame, no quiero que te cruces en mi camino esta noche.- el dedo índice de la morena golpeó el pecho de Tom que ni siquiera se inmutó- No quiero verte, y tampoco quiero que estes con ella, ni con otras de mias amigas, ¿queda claro?
No notó cuanto había alzado la voz hasta que la chica rubia que estaba con sus amigas se colocó a su altura. A esa distancia, Tom pudo ver unos ojos claros y asustadizos, enmarcados por unas duras ojeras, lo único que rompía su rostro de rasgos suaves y finos.
- Cheryl, ¿qué ocurre?- preguntó casi murmurando con una voz tan tranquila que casi no mostraba algún sentido.
Tomhas la sonrió. Era una chica tremendamente guapa, tranquila, tímida y sobre todo, amiga de Cheryl. Aún recordaba el brillo de aquellos ojos verdes cuando se enfadaba. Sus labios gruesos fruncidos en una fina línea en un ataque de rabia.
Y quería, aunque fuera en lo más pofundo de su interior, verla enfadada por su culpa.
- Tranquila, Summer. Ya he terminado.-sus palabtas sonaron frias y Tom apartó la vista de la rubia para encontrarse con sus ojos entrecerrados.
Tom sonrió mucho más, mostrando una dentadura más perfecta que cualquier famoso de Hollywood de su edad.
- Si, ya hemos terminado.- comentó con segundas descruzando los brazos y dejando que las mangas de la camiseta le apretaran los bíceps.- Espero veros muy pronto.- se despidió con un movimiento de su brazo y una mirada brillante dirigida practicamente a aquella pequeña rubia.

Las ferias terminaban mucho más tarde pero los niños pequeños y los ancianos comenzaban a volver a casa, mientras que los más jovenes continuaban la fiesta hasta la madrugada.
Summer mordía con gusto un sandwich recién comprado en uno de los puestos de comida rápida de la feria. La mirada bajada, los hombros encogidos y una quietud que envidiaría cualquier estatua.
Un niño pequeño, sentado en un carro de bebe lleno de lazos por todos lados, la miraba moviendo el chupete cada vez que le daba una chupada. La rubia alzó la vista y enfocó directamente los ojos de aquél pequeño. Su expresión tímida cambio de repente.
La madre del bebe tuvo que sacarle del carro cuando comenzó a llorar.
- ¿Ya te han dejado sola?
Summer se giró con un movimiento de cabeza al escuchar una voz grave justo detrás de ella. Tom sonreía, sentandose a su lado en el banco de madera. La chica rubia miró al frente, dejando el bocadillo encima de la bandeja. No respondió. Tom arrugó el ceño mirandola; o era muy tímida o era una estrecha.
- No hablas mucho, ¿no?- preguntó con voz socarrona, ignorando el muro de indiferencia de la chica, que jugueteaba con un anillo de oro. Tom se rascó el lateral de la nariz; aquella baratija le sonaba demasiado.
- No suelo hablar con desconocidos.- Summer sonrió. Era una sonrisa preciosa; blanca, perfecta y brillante, pero cargada de un sentimiento que Tom confundió con emoción y timidez.
- Bueno, pues yo soy Tomhas. Pero tu puedes llamarme Tom.- se pasó una mano por el pelo, chuleandose tanto de cabello como de brazos. Pero Summer no hizo ningún gesto que fuera de admiración o deseo.
- Tu ya sabes el mio.- respondió, agachando la vista al sonreír. Rocegió la comida sobre la bandeja y se levantó. Se movía con rapidez, seguramente por su degadez que aunque aparentaba debilidad, en sus ojos, su rostro y sus movimientos destacaba una increible vitalidad.
Tom la siguió, le gustaban los retos. Pocas chicas se lo ponían tan complicado.

Poca gente subia a aquella atracción. Todo el mundo sabía lo que ocurría dentro del "Tunel del amor" y además, estaba tan pasada que las barcas se desacian solo al tocar el agua. Oscuridad y música lenta, lo mejor para un rollo o magreo rápido. Tom se sorpredió de que Summer quisiera entrar allí; al final resultaba que en vez de una estrecha era una facilona que se hacía de rogar. Sonrió, siguiendola con las manos en los bolsillos.
Summ se giró hacía él al llegar a la taquilla. Aquella vez no le importó pagar las entradas de la atracción, tenía asegurado lo que ocurriría dentro.
- Nos toca.- Tomhas sonrió, intentando parecer caballero y ayudando a Summer a subirse a la barca, descascarillada por los laterales.
- ¿Cómo es que conocías a Cheryl? Nunca me habló de tí.- preguntó moviendo la barca con el peso de su cuerpo.
Summer miraba de reojo, cruzada de brazos, las figuras que adornaban las paredes del tunel. Sonrió y entrecerró los ojos como si buscara algo al final de la atracción.
- La verdad....- comenzó a murmurar jugueteando con un hilo de su bolso.- La he conocido hoy. Estaba...llorando.- alzó la cabeza y clavó sus ojos claros en los de Tom, sonriendo con eficiencia. La barca dió un bandazo contra la pared.
Tom sintió que algo caía al agua, haciendo un ruido de subción al hundirse en el agua, más negra que trasparente.
- Joder,- musitó el chico que se asomó por encima de la madera, creyendo que era el movil lo que habá sufrido aquella muerte. Se palmeó los bolsillos y descubrió allí el pequeño aparato, que seguía vivo.- ¿Se te ha caido algo?- preguntó a Summer, girandose.
Pero no estaba.
La música se cortó y comenzó a sonar la tímida voz de Eric Clapton en su Tears in heaven, llenando toda la atracción.
- ¿Summer?- preguntó en voz alta. Se puso de pié en la barca y saltó a los laterales del tunel. Buscó por detrás de las figuras de madera que le observaban en silencio y vió desaparecer la luz a medida que la barca rosa se alejaba, dejando solo las luces de emergencia en funcionamiento.
- ¿Qué coño haces?¿Eres como la tía de la curva?- preguntó al aire riendose entre dientes.- Ahora resultará que te matastes en el "Tunel del Amor"- bromeó.
Tragó saliva quedandose quieto cuando escucho una especie de chirrido bajo sus pies. Alcó la zapatilla derecha y vió un destello dorado. Tom se agachó para recoger el anilo dejandolo en la palma de su mano. El anillo que Summer llevaba minutos antes en la mano parecía brillar por si solo. El anillo favorito de Cheryl.
- ¿Qué coño...?- murmuró, pero no pudo decir nada más, al sentir un golpe de lleno en la espalda, justo en la base del cuello. El pecho golpeó contra el suelo, y Tom comenzó a toser mientras se levantaba.
Summer tiró al suelo una balda de madera de color oscuro, que resonó el doble por culpa del eco. Se sacudió las manos con serenidad y tranquilidad, como si aquello fuera lo más normal del mundo.
- ¿Qué...qué coño haces, gilipollas?- preguntó volviendo a coger aire y levantandose. Se acercó incredulo hasta la rubia, con los ojos entrecerrados y ganas de soltarla un par de ostias a aquella chica. Estaba tan decidido que el echo de que fuera una mujer ni siquiera le frenó; lo que si le frenó fue su sonrisa. Era tan fria y cortante que no estubo seguro de lo que hacía.
Ella se acercó los pasos que les separaban y Tomhas sintió como una corriente electrica le recorría todo el cuerpo, haciendole temblar de pies a cabeza. Sus músculos se contraían tan rapido que le provocaron tirones en todos lados, la cabeza le latía y un hilo de sangre cayó por la comisura de sus labios goteando en el suelo antes de caer hacía atrás.
Tom se quedó unos breves instantes sin respiración, sintiendo que se ahogaba como si estuviera atado a una piedra que le mantenía bajo el agua. Comenzó a toser con fuerza, sin fuerzas ni siquiera para alzar los brazos.
Escuchó un ruido de metal cerca, pero ni siquiera podía lazar la cabeza. La boca le sabía a hierro y aún notaba el líquido rojo recorriendo su barbilla.
Summer se colocó en el pobre ángulo de visión que tenía desde el suelo. En su mano brillaba algo de color plateado. Fue la sonrísa serena lo que más le asusto, si era posible estar aún más asustado. Como capitan del equipo de futboll, jefe de grupo y uno de los tios más conocidos de Beverly Hills, Tomhas nunca había tenido miedo, pero en aquella situación tragó saliva y echó la cabeza hacía atrás cerrando los ojos y sintiendo como sus músculos no provocaban ninguna respuesta ante los estimulos nerviosos de su mente, esperó con un nudo en la garganta a que aquella chica le diera una lección que jamás olvidaría.
El peso de su pecho aumentó al sentarse Summer encima jugueteando con lo que parecía un tubo cortado en diagonal, dejando una parte con una punta afilada que seguramente atravesaría músculo y hueso.
- Tomhas, Tomhas...-su voz parecía arrullarlo como si fuera un bebe a la vez que le acariciaba con dedos helados su mejilla y su cuello.- ¿Sabes exactamente por qué lloraba Cheryl?- le preguntó frenando su recorrido en una marca oscura que ocupaba una pequeña parte de la base de cuello. Un chupetón de hacía unos días atrás, seguramente provocado por la divertida camarera brasileña o alguna de las jugadoras de volleyball del equipo visitante.
Tomhas no sabía si responder o quedarse callado. A aquél dedo helado le sucedió el metal. Los músculos de su cuello se tensarón mientras apretaba más los ojos y en su interior rezaba una breve oración que consiguiera salvarle de aquello.
- Por un gusano. Un ser miserable y despreciable.- a cada palabra hacía girar el trozo de tubo una y otra vez, apretandolo un poco más contra el cuello.- Por tí.
Tom abrió los ojos cayendo en la mirada de la rubia; sus ojos azules le atraparón y su sonrisa era tan diferente, tan cortante y fria que le provocó un escalofrio. Dejó de rezar.
Tomhas sabía que estaba muerto.
Comenzó a sentir pequeños cosquilleos en la punta de sus dedos e intentó moverlos, aún mirando a Summer sin que se diera cuenta de comenzaba a recuperar el control sobre su cuerpo. Se preguntaba que le abría echo antes, como le había electrocutado de aquella forma.
Dobló los dedos y las muñecas, sus manos ya le respondían y poco a poco todos los miembros de su cuerpo. Summer sonrió, de una forma que le podía haber quedado bien hasta a una niña pequeña. Movió con velocidad el hierro y Tom sintió el dolor de comenzar a desangrarse. Apartó a Summer de un empujón y se cubrió el cuello con las manos, jadeando e intentando parar la hemorragia.
Summer se rió nerviosa ojeando el metal manchado y después desviando la mirada hacía Tom, que se apoyaba en la pared con la sangre saliendo a borbotones entre sus dedos. Comenzó a toser y con cada uno de esos golpes, de su boca salía otra cantidad de sangre, quizás no tan grande como la del cuello pero lo suficiente como para dar arcadas a unos cuantos.
En solo unos segundos Tomhas ya tenía toda la camiseta empapada de sangre y pequeños charcos se formaban bajo sus pies.
- Puta desquiciada.- farfulló Tom con la boca llena, escupiendo a cada una de las palabras y se acercó a la rubia con uno de los palos de madera que sujetaban el decorado del tunel.
Pero Summer fue más rápida y le clavó el metal en el estomago.
- Mejor desquiciada que ser un miserable cornudo.- Summer sonrió y retorció el metal dentro del cuerpo del moreno, quién puso los ojos en blanco y se tambaleó de espaldas con el tubo clavado en el estomago. Summer se acercó con las manos en la espalda y alzando una pierna le propinó una patada en la cara, rompiendole la nariz y tirandole al agua de la atracción, desangrandose poco a poco y perdiendo su joven vida a cada jadeo.

Lancaster se encontraba a 362 kilometros de Los Ángeles. Un descapotable de los años '70 recorría las calles de la ciudad a gran velocidad, pasando de los ceda el paso y los stops. Girarón rapidamente para entrar en la zona desertica del Este de la ciudad dando fuertes volantazos y con la música pop de la última selección del Top Ten a todo volumen.
Llevaban claramente toda la apariencia de las chicas que se van de viaje de fin de curso, libres de padres y de madres, sin un destino definido; solo donde les mandara el destino.
El coche se frenó frente a uno de los cañones de las montañas de Lancaster. La primera en bajar fue una joven conductora que abrió el maletero y sacó un mueble bar del cuál sacó dos cervezas frias. Se la pasó a su acompñante ya sentada encima del capó del coche, con las piernas largas y blancas estiradas, bañadas por el cálido sol de verano.
- Son preciosas las vistas.- murmuró la chica morena, apoyandose de espaldas sobre el coche.
Se giró para ver como su compañía gateaba sobre el capó y se acercaba hasta su rostro sonriendo.
- Tú eres mucho más preciosa, Cheryl.- murmuró la rubia besandola en los labios, en un beso tan cálido que opdría haber vuelto el coche de un tono rojizo.
Se separaron y la morena volvió a peinarse, echando el pelo largo y rizado por detrás de los hombros, dejando que la rubia jugara con las puntas de este como entretenimiento.
Pasarón así un rato en silencio, sintiendo el verano en cada uno de los poros de su piel, respirando al mismo compás y bebiendo cada pocos segundos.
Cheryl rió divertida y agachó más la cabeza para ver a la rubia desde abajo.
- Gracias por todo Summer, me alegro tanto de haberte conocido.- murmuró recibiendo otro beso como respuesta a sus agracedimientos.
- No fue nada del otro mundo.- respondió la rubia al separarse y encogiendose de hombros dejó que Cheryl se apoyara en sus piernas. Le acarició el cabello, el rostro, el cuello, con lentitud y tranquilidad; sonrió mirando como ella cerraba los ojos bajo sus caricias. Parecía tan feliz...
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