Soledad

Observé desde un costado de aquel bosque que tanto me gustaba, como todos compartían. Esa era una de las cuantas reuniones familiares en casa de mis tíos que tanto odiaba, sobretodo ahora que estaba a punto de llover. Yo estaba sola, mi nombre me condenaba... Soledad, esa soy yo una chica solitaria e incomprendida.

Me acerqué para compartir también con ellos, como siempre lo intentaba en esas juntas. Algunos pasaban cerca de mi y ni siquiera me miraban, me pasaban a llevar y no pedían disculpas. Era como si no me vieran, como si no supieran que aun estaba allí con ellos. Nadie me daba importancia.
Caminé silenciosa por el lugar, esto me empezaba a incomodar, nunca habían prestado tanta atención a mi presencia...pero esta vez era demasiado notable.
Observé como mis padres estaban sentados cabizbajos y con la mirada perdida no sé dónde. Me acerqué con rápidez hasta mi mamá esquivando a mis primos que jugaban.

- ¡Mamá! - grité con fuerza, pero ella no me oía, ella estaba perdida en otro lugar pensando en otras cosas de seguro más importantes que yo.
Caminé por el lugar observando con detenimiento, mi tía gritó que entraramos a la casa, era hora de comer. Comeríamos todos juntos pero.. no había lugar para mi en la mesa - Mamá, me sentaré a tu lado como siempre - dije en un intento por ser escuchada, pero fue en vano. Nadie sabía de mi presencia. Me quedé de pie observandolos a todos, me parecían distintos, cambiados, algo definitivamente estaba mal aquí.
Mi tío, el dueño de casa, se levantó y dijo - Me encantaría hacer el primer brindis por Soledad, nuestra querida hija, hermana, sobrina, prima, nieta y amiga. Ya va a ser un mes de su partida y se siente su falta por estos lugares, aun así sabemos que donde esté siempre la llevaremos en nuestros corazones, ¡por Soledad! - todos elevaron sus copas. Muchos lloraban y otros se lamentaban por mis padres. -¡Estoy aquí!- grité con toda la fuerza que pude, pero era inútil....

Salí de la casa hacia el patio nuevamente. Afuera llovía copiosamente, aproveché esto y me fui a sentar en una banca para meditar. Intenté retroceder el tiempo y recordar como pude... solo sabía que estaba allí, en mi pieza con esas pastillas tentadoras para darme fácilmente un coma si tomaba más de una; las tomé todas y de ahí: el bosque. Mi querido bosque. El bosque de las juntas familiares. El bosque donde me refugié cuando lo pasaba mal con esos insultos de familia. El bosque que me acogió sin juzgarme por si tenía dinero o no. El bosque que me entretenía y cuidaba. Me paré rápidamente, sentí como unas cuantas lágrimas caían por mis mejillas, "esta será la última vez que los veas" pensé observando a mi familia, y en especial a mis padres... ellos me amaban pero no entendían mis sufrimientos. Cada vez que ibamos a una junta familiar mi padre era juzgado por su trabajo y muy discriminado por los demás que se revolcaban en dinero. Mi familia era así, cruel. No entendía cómo pensaban en mi aun después de hacerme sufrir tanto y destruir mi infancia con comentarios hirientes. Las lágrimas cada vez corrían más por mis mejillas.

Cerré los ojos y corrí..corrí muy rápido entre la lluvia hacia el interior del bosque.
Yo era de ahí, ese bosque era mi protección y estaría allí eternamente hasta que alguien pudiera escucharme y entender mi eterno sufrimiento..